Se estima que entre 1980 y 2000 abandonaron esa Iglesia 28 millones de mexicanos
En dos décadas se acentuó la deserción de la feligresía católica
Ese puede ser el punto de quiebre de la pugna con el Estado mexicano, sostiene historiadora
JUAN CARLOS G. PARTIDA
En 1950, el 98.21 por ciento de las personas mayores de cinco años en México declaró ser católico, mientras que en el año 2000, el 88.73 por ciento dijo profesar este credo, de acuerdo a cifras proporcionadas por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI). En Guadalajara, por su parte, entre 1980 y 1990, un total de 189 mil 381 personas dejaron de profesar la religión católica, de manera oficial, de acuerdo a la historiadora Laura Campos Jiménez.
“Datos extraoficiales señalan que cerca de 28 millones de mexicanos han desertado de las filas del catolicismo y han optado por otra confesión religiosa o han dejado de ser creyentes. A este respecto, y siendo menos conservador, el propio cardenal Sandoval afirmaba en 1997, que ‘para el año 2000 podría haber 30 por ciento de mexicanos no católicos’”, dice la especialista en su ensayo El cardenal Sandoval, la indiferencia religiosa y el Estado laico en México.
“En este texto planteo, desde mi punto de vista, cuál es el móvil de la jerarquía eclesiástica en su pugna contra el Estado laico mexicano: la desbandada religiosa, el secularismo actual y la pérdida de influencia y poder en la sociedad contemporánea”, agrega.
Campos Jiménez dice que a nivel nacional, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) ha reconocido que tan sólo 7 de los 89 millones de mexicanos que dicen ser católicos, son practicantes (el 6.7 por ciento de la población), de acuerdo a un reciente estudio del Instituto Mexicano de Doctrina Social.
En el ensayo trata de presentar las razones por las que ha crecido la deserción de fieles católicos. Un fenómeno reconocido desde hace varios años por el propio Sandoval Íñiguez, quien afirma que los jóvenes de estas generaciones “crecen como paganos”, al carecer de formación religiosa.
“Ante tales aseveraciones, resulta discutible el hecho de que el arzobispo de Guadalajara no presente ninguna autocrítica o análisis imparcial en donde ofrezca respuestas claras sobre los orígenes del “indiferentismo religioso” que, como él mismo reconoce, se vive en la actualidad, sin asumir, por otro lado, algún grado de responsabilidad ante tal situación”, dice la historiadora por la Universidad de Guadalajara.
Explica que el “indiferentismo religioso” y “desbandada religiosa” caminan en un mismo sentido. Y luego ejemplifica: En América Latina, de acuerdo a cifras publicadas por la CEM, alrededor de 12 mil personas abandonan cada día las filas de la iglesia católica. De 1970 a 1990, 40 millones de latinoamericanos dejaron de ser católicos.
Dinosaurios, sotanas y matrimonio
La cascada de datos continúa en el trabajo de la especialista, quien afirma que no obstante que la grey católica decrece porcentualmente, es un hecho que la jerarquía católica en México está imposibilitada para atenderla personalmente.
“En primer lugar, porque la mayor parte de la citada feligresía, tiene escaso o ningún interés en acercarse a los clérigos para ser formada en la fe que dice tener. Por otra parte, quienes sí tienen ese interés (el 6.7 por ciento de la población), no alcanzan a ser atendidos dado el insuficiente número de sacerdotes (13 mil 380 en México), cuestión, por otro lado, que no parece tener solución porque las vocaciones sacerdotales no crecen a la par de la supuesta demanda del pueblo católico”.
Un dato revelador es que el promedio de edad de los sacerdotes en activo es de 57.3 años en promedio, lo que agrava sin parar el déficit actual. No se trata entonces sólo de la indiferencia religiosa, sino de la propia imposibilidad de la jerarquía eclesiástica “que sigue viendo, de manera inevitable, el éxodo de fieles a otras alternativas religiosas”.
Campos Jiménez también señala el mito que significa el retiro sexual al que deben someterse los sacerdotes, pues en el país existen “cerca de 2 mil curas católicos casados, y el hecho de que la CEM no sabe que hacer con ellos y con el problema colateral que este hecho representa”.
“Hoy, alrededor de 90 por ciento de las mujeres que abortan y toman la píldora anticonceptiva, son católicas. La escasez de curas, el colapso del sacerdocio en muchos países y los escándalos sexuales suscitados en el interior del clero, han causado desencanto en grandes sectores de la sociedad.
Por la “libertad religiosa”
La historiadora se muestra extrañada que la jerarquía católica mexicana, pese al evidente estado descrito en el anterior contexto, continúe su abierta intervención en política, con la participación por supuesto de los propios políticos.
“Aunque un amplio sector de la sociedad se pronuncie en desacuerdo con esta injerencia y perciba que la actual estrategia episcopal (apoyada en el gobierno federal y en los medios de comunicación que tradicionalmente están a su servicio), sea un continuo y sistemático ataque al Estado laico, con lo cual estaría buscando la forma de recuperar los privilegios que la élite jerárquica disfrutó sin contrapesos hasta la época de la Reforma en el siglo XIX”.
Considera que ante tal panorama, la jerarquía católica enfoca sus cabildeos, negociaciones, alianzas y ex comuniones para lograr que el artículo 24 constitucional sea modificado, en el apartado sobre libertad de creencia y culto para suplirlo por el de libertad religosa.
Ello permitiría introducir la educación católica en las escuelas públicas, subvención estatal para los ministros de culto y para sus actividades litúrgicas; la operación de capellanías militares en las instalaciones castrenses, el control directo de medios de comunicación electrónicos, entre otros pliegos petitorios.
“La jerarquía católica pretende trasladar el culto, la instrucción religiosa y el confesionario, a las escuelas públicas, ante su evidente fracaso en el terreno de la catequesis en nuestro país y la consiguiente desbandada religiosa, como atinadamente lo reconocen el cardenal Sandoval y los obispos mexicanos en su conjunto”, concluye la historiadora.
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