Sobre la educación pública
Señor Director: La educación pública de Jalisco va de mal en peor y pareciera que el interés de todos los sectores políticos oficiales de la entidad es el de culpar de manera irresponsable y falaz a los profesores de tan deplorable situación.
Es tal el nivel de corrupción en Jalisco que, como dice el refrán popular: “todos tienen cola que les pisen a la hora de los pisotones”, de ahí que en lugar de realizar un análisis concienzudo y serio de la realidad educativa jalisciense, lo más sencillo para salir del atolladero analfabeta en el que nos encontramos, es echarle la culpa a un personaje que no puede oír, ni ver, ni decir, so pena de perder lo poco que tiene o de sufrir la represión institucionalizada que ha sido avalada por todos los sectores políticos del régimen.
Por caso, Jalisco se ubica en los últimos lugares a nivel nacional respecto de la eficiencia terminal de educación básica. Es, uno de los estados de la República que más deserción estudiantil produce. Actualmente, miles de niños se han quedado sin estudiar por falta de espacios educativos, otros miles más, no son admitidos en las escuelas porque no pagan la “cuota voluntaria” que oscila entre los 250 y 750 pesos –sin contar con el hecho de que en la mayoría de las escuelas, obligan a que los padres de familia a que compren el uniforme escolar en el lugar donde los directores cobran comisión por ello–, otro tanto más de estudiantes, tienen que trasladarse en camión para recibir educación en el espacio que le fue asignado por la SEJ sin tomar en cuenta el lugar donde vive el joven.
En las escuelas primarias, por cada docente que se jubila, no se da la reposición del personal faltante, de manera que a un profesor de la escuela donde se dio la baja por jubilación, se le asigna doble grupo o se les pide a los padres de familia que “coopere” con una cuota especial para pagarle a un docente que cubra la plaza sin ser contratado, puede darse el caso de que el grupo se quede sin profesor el ciclo escolar.
La mayoría de las escuelas secundarias públicas de la zona metropolitana, tienen sobrecupo en sus aulas, llegando a contar con 40 o 50 alumnos por salón, siendo que la pretendida reforma educativa nacional considera la cantidad de 30 como máximo.
Por otra parte, las escuela formadoras de docentes –Normales– tienen por directores, posiciones políticas que fueron negociadas entre la SEJ y el SNTE, en ningún caso sus directores tienen un antecedente académico que se respete. Además, se ha dado en arreglo con los dos actores mencionados, un recorte paulatino de ingreso estudiantil a las Normales y se ha gestado la elaboración de un sistema meritocrático para ingresar a cualquier Normal.
La educación superior pública, el caso de la Universidad de Guadalajara, ha quedado en manos desde hace 30 años de gente sin escrúpulos que más le importa hacer negocios personales a través de nuestra casa de estudios, que poner en alto los fines y funciones de la Universidad que den como resultado, la erradicación de la corrupción universitaria y evitar el rechazo estudiantil en ese nivel.
El manejo demagógico de la reforma por la calidad educativa, ha dado como resultado la elaboración de instrumentos que se han convertido en una nueva trampa magisterial que tienen como finalidad, maniatar al profesorado en su organización y privar la posibilidad de que el docente tenga mejores condiciones de trabajo o cuente con un empleo. Así tenemos que la reforma educativa significa: exámenes por oposición mal elaborados y sin posibilidad de impugnar o revisar, convocatorias viciadas, cursos tendenciosos y sectarios, escamoteo de plazas y horas clase, etcétera. En este renglón, el SNTE se ha convertido en el peor enemigo de los profesores porque su dirigencia sindical no responde a sus intereses, sino a consignas partidarias y se grupo que tienen compromisos con el gobierno y que no asumen ningún interés en defender los derechos y conquistas de los trabajadores de la educación.
La carencia de recursos presupuestales en el ámbito educativo y la falta de vigilancia en la aplicación de los mismos, complementa el compadrazgo en el que los partidos políticos, autoridades educativas, grupos políticos de poder y el SNTE, han cultivado a fin de mostrar una careta falaz de la realidad educativa jalisciense. Quienes tienen la culpa de tal estado de cosas siga como está, es de todos, particularmente de los profesores –ahí sí- que ya tienen más de 70 años maniatados y oprimidos.
María Dolores Valadez. C. Miembro del Frente Ciudadano y Universitario en Defensa de la Educación Pública
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