viernes, 31 de diciembre de 2010

NORMALES PUBLICAS,LAS MEJORES...PARA FORMAR MAESTROS

Aunque fueron cuestionadas, la mitad de sus egresados en 2010 acreditó la prueba, según informe de la SEP

Se colocaron las normales públicas con el mejor desempeño en el examen de ingreso

Los nueve estados donde los estudiantes que salieron del último ciclo escolar quedaron a la zaga son: Aguascalientes, Sinaloa, Baja California Sur, Coahuila, Durango, Guanajuato, Hidalgo, estado de México y Tlaxcala

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Alumnas de la escuela normal rural Vanguardia de Tamazulapan, Oaxaca, toman claseFoto Marco Peláez
Karina Avilés
Periódico La Jornada
Viernes 31 de diciembre de 2010, p. 33

Pese a que han sido desdeñadas y a que su modelo educativo ha sido cuestionado por la lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo, las normales públicas se colocaron como las instituciones con mejor desempeño en el Examen Nacional de Ingreso al Servicio Docente 2010, ya que cerca de 50 por ciento de sus egresados en este año acreditó la prueba.

De acuerdo con el informe Transformación de las escuelas normales, elaborado por la Secretaría de Educación Pública (SEP), los mejores rendimientos, en comparación con los de 2009 o de generaciones anteriores, los obtuvieron los estudiantes egresados en 2010 de Baja California, Campeche, Chiapas, Guerrero, Nuevo León, San Luis Potosí, Sonora, Veracruz y Zacatecas.

Si se analizan los resultados en relación con todas las generaciones, se ratifica que las normales públicas se colocaron por encima de las privadas o de otras instituciones, ya que 33 por ciento obtuvo un nivel de aceptable. En la edición 2009 de la evaluación, la cifra fue de 30.06 por ciento, por lo que de un año a otro hubo un incremento de tres puntos.

En contraste, 21.2 por ciento de los estudiantes de centros particulares y 20.9 por ciento de los alumnos provenientes de otras instituciones, acreditaron la prueba.

Los nueve estados donde los egresados del último ciclo escolar de las normales públicas quedaron a la zaga son: Aguascalientes, Sinaloa, Baja California Sur, Coahuila, Durango, Guanajuato, Hidalgo, estado de México y Tlaxcala.

En un proceso de reforma curricular y en un contexto en el que la presidenta vitalicia del SNTE, Elba Esther Gordillo, pretende que las normales se conviertan en centros para técnicos en turismo y por ello, según dice, se deben buscar vocaciones más cercanas al empleo en lugar de licenciaturas en pedagogía, las normales públicas han estado sujetas a un proceso de evaluación y capacitación.

Con base en el documento, varios factores contribuyen a explicar la mejora en el desempeño de los egresados de las normales públicas, sobre todo, de sus generaciones más recientes.

Desde 2008 se está produciendo una profunda transformación en las normales. Como parte de la reforma en marcha, en el pasado ciclo escolar se impulsaron acciones específicas para alentar un mejor desempeño de los alumnos, en particular, el Programa Emergente para Mejorar el Desempeño de los Estudiantes de las Escuelas Normales.

En dicho plan, se enfatizó el aprendizaje en las áreas de lectoescritura, matemáticas, historia y se promovieron programas de mejoramiento del profesorado. En el programa emergente se registraron 20 mil 234 estudiantes en matemáticas, 22 mil 546 en lectoescritura y 15 mil en apoyo a los rasgos del perfil de egreso, de acuerdo con el citado informe.

Nueva York y el negocio de la educación pública

Verdades incómodas
Nueva York y el negocio de la educación pública, tomado de la Jornada 31-dic-2010.

El enfoque empresarial de los reformadores califica de fracaso el actual sistema

Las llamadas escuelas charter son presentadas por Bloomberg como la salvación

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Cathleen Black posa con un grupo de niños durante su presentación en el cargo, que realizó en noviembre el alcalde Michael BloombergFoto Ap
David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 31 de diciembre de 2010, p. 2

Nueva York, 30 de diciembre. El sistema de educación publica más grande de Estados Unidos es ahora manejado como un negocio encabezado por ejecutivos empresariales, cuyas reformas son promovidas por algunos de los hombres más ricos del planeta, incluyendo especuladores financieros, quienes han convertido este sector en un mercado de educación en que los maestros son empleados que sirven a clientes.

Todo siempre en nombre de los niños, pero en efecto, con el modelo empresarial. En sus discursos, el secretario saliente de Educación de Nueva York, Joel Klein, reiteraba que el ingrediente secreto del éxito de Estados Unidos es el espíritu empresarial, y que ese era el objetivo de la educación. Por tanto, no fue sorpresa que al concluir este mes sus ocho años en el puesto, Klein anunció que su nuevo empleo será como vicepresidente para mercadeo educativo de News Corp, la trasnacional de medios dirigida por el ultraconservador Rupert Murdoch, y que su tarea ahora es mejorar la posición de esa empresa en el mercado de la educación.

Al anunciar la transición de su jefe de educación en noviembre, el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, elogió a Klein por ayudar a los más de un millón de estudiantes neoyorkinos, a los que llamó clientes, a tener éxito en el siglo XXI. Ahí mismo anunció que nombraría a una administradora de clase mundial para sustituirlo, Cathleen Black, ejecutiva en jefe de Hearst Magazines –la gigantesca empresa de revistas comerciales– y también integrante de la junta de directores de Coca-Cola.

Subrayó que para encabezar el Departamento de Educación de la ciudad no se necesitaba a una pedagoga –ya que Black tiene nula experiencia en asuntos educativos (al igual que Klein, quien llegó después de ser un abogado en Wall Street y fiscal federal)–, sino una ejecutiva que pueda manejar esa enorme burocracia.

Este enfoque empresarial para promover la reforma del sistema de educación en esta ciudad forma parte de un debate nacional en el que los reformadores en el poder han declarado que el sistema de educación pública es un fracaso, que los cada vez más escasos recursos no son el problema, sino el hecho de que los resultados sean deplorables, porque hay tantos maestros malos protegidos por sindicatos demasiado poderosos, que se tienen que crear alternativas, sobre todo escuelas semiprivadas, para ofrecer mejores opciones a las familias.

Klein y una decena de otros secretarios de educación municipal reiteraron esta visión en octubre pasado en un artículo de opinión colectivo en el Washington Post, donde afirmaron que los cambios transformativos requeridos para verdaderamente preparar a nuestros jóvenes ante la economía global del siglo XXI simplemente no se realizarán si no nos deshacemos primero de prácticas enraizadas que han estancado a nuestro sistema educativo, prácticas que han favorecido a los adultos, no a los niños. Afirmaron que más que cualquier otro factor, el principal freno al éxito de los estudiantes es la calidad de sus maestros, y proponen aplicar normas empresariales que ante todo evalúen la eficacia de los profesores.

Bloomberg, el hombre más rico de Nueva York, colocó la reforma de la educación como tarea central de su gobierno, la cual ha sido elogiada por sus resultados, tanto por el ex presidente George W. Bush; el ahora mandatario, Barack Obama, y su secretario de Educación federal Arne Duncan. Ante el anuncio del retiro de Klein, Duncan expresó que pocos líderes han hecho tanto para hacer avanzar la educación en esta última década como el secretario de Educación: Joel Klein. Durante ocho años, el alcalde y Klein, junto con sus simpatizantes en Washington han elogiado sin césar el éxito de sus reformas y presentado a Nueva York como el modelo a seguir por la nación y por otros países.

Pero algo curioso sucedió en el camino al éxito, después de años de festinar grandes mejorías en las calificaciones en los exámenes, todo fue puesto en duda en junio, cuando el Departamento de Educación de Nueva York, que administra los exámenes estandarizados, fue obligado a admitir que dichas pruebas tenían fallas, lo cual implicaba que las calificaciones reportadas y celebradas por Klein y Bloomberg resultaban infladas, o sea, los avances que supuestamente registraban los alumnos de la ciudad por la reforma, de 2002 hasta la fecha, eran casi inexistentes. Ningún alto funcionario, incluyendo el alcalde, ha rendido cuentas sobre lo que en efecto fue un engaño a los alumnos, maestros y padres sobre las mejoras en la educación, proclamadas tanto en esta ciudad como a escala nacional.

Todo empezó en 2002, cuando los reformadores tomaron la ofensiva al declarar que era intolerable el fracaso del sistema e implementaron una serie de medidas, cuyo objetivo era mejorar el desempeño escolar con base en exámenes estandarizados, por los cuales serían evaluados alumnos, maestros y directores. Toda oposición fue descalificada y acusada de proteger los privilegios de los maestros. En efecto, la punta de lanza fue el linchamiento contra los maestros y su sindicato. Este es un sistema que funciona para los adultos y no para los niños, declaraban Klein y su jefe Bloomberg, en alusión directa a los docentes y sus conquistas sindi- cales. Klein, en un articulo publicado en el New York Daily News, en febrero, insistió en que los opositores a contar con más opciones para los estudiantes y sus familias, eran líderes sindicales que buscaban mantener el control.

Estamos viviendo los tiempos más oscuros para los maestros que jamás he visto en mi vida, comentó Bill Ayers, veterano profesor de primaria y uno de los teóricos educativos más reconocidos. Ayers señaló que los políticos y las juntas editoriales de los principales medios se han unido en un coro que acusa a los docentes de incompetentes y flojos, así como a sus sindicatos por el desastre educativo, y así han logrado acotar el debate como uno entre reformadores frente a los que defienden el statu quo.

En los pasados cinco años el ataque contra la educación pública se ha intensificado a un grado impensable hace 30 años, aunque señala que esto forma parte de una embestida iniciada en 1980 contra toda idea acerca de lo público, incluyendo las escuelas, comentó Ayers en entrevista reciente con Truthout.org

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Cathleen Black, ejecutiva en jefe de Hearst Magazines, quien será la nueva secretaría de Educación de la ciudad de Nueva YorkFoto Ap

De hecho, 50 por ciento de los maestros que ingresan a la enseñanza en Estados Unidos desertan antes de cinco años, en gran parte por las condiciones laborales, pero también por desilusión y por un clima cada vez más hostil, mientras trabajan con cada vez menos recursos. Decenas de conversaciones de La Jornada con maestros de Nueva York hacen explícita la ira y el desencanto. Muchos veteranos viven contando los días que les faltan para jubilarse, mientras cantidad de nuevos maestros ya buscan la forma de salirse del sistema.

En Nueva York, Klein y sus reformadores promovieron la capacitación rápida de nuevos maestros y directores, quienes fueron colocados en cientos de nuevas escuelas pequeñas; toda una generación magisterial que con poca experiencia, obediente y capacitada en las nuevas normas, impulsa el flamante modelo mientras desplaza a los maestros con mayor antigüedad, vistos como enemigos si no se sumaban, sin protesta, a la reforma.

Pero la joya de la corona de estos cambios fue la promoción, tanto en esta ciudad como en el resto del país, de las llamadas escuelas charter, que son planteles públicos administrados por grupos privados. Existen casi 100 en la ciudad de Nueva York (el alcalde desea duplicar esta cifra), y más de 4 mil 600 en todo el país. Estas son presentadas por Obama, Bloomberg y otros, como clave para la salvación de la educación pública.

Pero como señala Diane Ravitch, una de las figuras nacionales más influyentes en el debate sobre el tema, profesora en la Universidad de Nueva York y ex subsecretaria de Educación del gobierno federal, las charter son una fuerza de privatización de la educación pública.

Este tipo de planteles, financiados por el erario, no tienen que funcionar con las mismas normas de otras escuelas públicas, suelen seleccionar a sus alumnos (en lugar de aceptar a todos), lo cual les permite ofrecer mejores resultados, sus maestros pueden no estar sindicalizados, por tanto, carecen de derechos laborales y pueden aceptar inversiones privadas, lo que permite que establezcan otra reglamentación, alguna en beneficio de proveedores de servicios y equipo, e incluso operan como empresas con fines de lucro. Parte de sus directores ganan más que el presidente de Estados Unidos.

Las escuelas charter son impulsadas por distintas organizaciones, pero sus principales promotores son algunos de los individuos más poderosos del país. El secretario de Educación de Estados Unidos, Arne Duncan, en su programa nacional de reforma, Race to the Top (Carrera hacia la cima), impone a entidades que desean competir por miles de millones en fondos federales a la educación, la condición de tener más escuelas charter, así como aplicar más exámenes estandarizados.

Bill Gates –el hombre más rico del país, y segundo más acaudalado del planeta– también promueve este tipo de reforma por conducto de su fundación. Pero el grupo más activo en promover las escuelas charter –incluso financiando campañas electorales de políticos que pongan el asunto como prioridad en sus propuestas– son administradores de los fondos de especulación financiera conocidos como hedge funds. Los 25 ejecutivos más exitosos de estos fondos tuvieron ingresos de 25 mil millones en 2009, en plena crisis, un total que podría financiar el salario de 658 mil nuevos maestros, calcula el economista Les Leopold.

La película Esperando a Superman, dirigida por Davis Guggenheim, el mismo que hizo la famosa película de Al Gore, Una verdad incómoda, sobre el cambio climático galardonada con el Óscar, es tal vez la cinta de propaganda más potente de este movimiento reformista, con un elogio a las escuelas charter y la condena a las escuelas tradicionales. Sin embargo, la película oculta algunas verdades inconvenientes en su argumento en favor de este tipo de planteles semiprivados. Según una amplia investigación realizada por expertos de la Universidad de Stanford, sólo 17 por ciento de las charter eran mejores que las escuelas públicas tradicionales, según se desprende de los resultados en los exámenes estandarizados; 37 por ciento eran peores en comparación, y 46 por ciento eran prácticamente iguales.

Sin embargo, como señala Ravitch, la poderosa maquinaria de propaganda en favor de las charter como centro de las iniciativas de reforma, incluyendo esta película, las presentan como la “una única esperanza para el futuro de nuestra sociedad, especialmente para niños negros y latinos pobres…”

Parte de este guión de los reformadores, agrega Ravitch, es que por fin hay a quién culpar por el deterioro de la economía, los problemas de competitividad global, el debilitamiento del poderío estaduni- dense y el hecho de que los jóvenes no están estudiando al mismo nivel que sus contrapartes en otros países: no es la globalización o las prácticas financieras o la pobreza y la desigualdad, sino las escuelas públicas, sus maestros, y sus sindicatos.

Para Ravitch, el enorme poder financiero y político de los promotores de estas reformas –desde Wall Street a Washington–, presentan un serio desafío a la viabilidad y futuro de la educación pública.

La profesora argumenta que el gran debate en torno a la enseñanza ahora es entre aquellos que “creen que la educación pública no es sólo un derecho fundamental, sino también un servicio público vital… y aquellos que creen que el sector privado siempre es superior al sector público”. Dice que estos segundos ofrecen opciones de libre mercado y privatización, pero que “todas sus respuestas requieren de un traslado de fondos públicos al sector privado.

El crack del mercado de valores de 2008 debe ser suficiente para recordarnos que los administradores del sector privado no tienen un monopolio sobre el éxito”, escribió en el New York Review of Books.

jueves, 30 de diciembre de 2010

Escuelas y maestros, chivos expiatorios

Escuelas y maestros, chivos expiatorios
Manuel Pérez Rocha
La Jornada

a argumentación que se repite una y otra vez es sencilla y, por eso, sirve para efectos de propaganda: a) en un mundo en competencia, la productividad es determinante para la economía de los países, b) la productividad depende de la calificación de la mano de obra, c) la calificación de la mano de obra depende de la calidad de la educación escolar, d) la calidad de la educación depende de los maestros. Resultado: los maestros son los culpables del atraso y las crisis económicas.

No exagero. Con algunas variantes, este es el razonamiento que hacen muchos políticos, empresarios y líderes de opinión en México y en Estados Unidos. El profesor Eric Hanushek, prestigiado investigador estadunidense que ha tenido influencia determinante en las políticas educativas del gobierno de ese país, afirma sin reservas: El futuro económico de Estados Unidos depende crucialmente de la calidad de nuestras escuelas, y añade: Los logros de los estudiantes están directamente relacionados con la calidad de los maestros. Ningún otro posible enfoque de las políticas escolares tiene la efectividad que posee la política de contratar y retener buenos maestros. Desde la época de Reagan hasta la fecha, el gobierno estadunidense ha asumido íntegramente este postulado, lo reitera en multitud de discursos y ha construido sus políticas educativas más importantes con la premisa de que los profesores cargan con la culpa de los males del país.

En nuestro país, el organismo privado Mexicanos Primero presentó hace unas semanas su estudio Brechas, en el que se describe muchas de las fallas del sistema escolar mexicano. En esa ocasión, el presidente de ese organismo culpó a la escuela no solamente de los problemas económicos, sino de todos los problemas del país. Dijo: Las desafortunadas consecuencias sociales de nuestros pobres resultados educativos son evidentes: empleo insuficiente, baja remuneración y pobreza extendida; poca competitividad; inseguridad; corrupción; una democracia puramente electoral, no participativa; manipulación electorera; patrimonialismo y dependencia; abusos en materia de derechos humanos; insalubridad; inequidad. Este organismo privado está patrocinado por grandes capitales y empresarios, entre ellos Televisa. ¿Qué proponen para resolver tan graves problemas? Meter en cintura a los maestros mexicanos, para lo cual formulan un plan de acción. El director de Mexicanos Primero señaló como meta central que cada niño tenga un gran maestro. Están siguiendo, al pie de la letra, la narrativa de la derecha estadunidense.

Hoy sólo una ingenuidad extrema admite que el mundo económico está constituido por países que compiten y triunfan en función de su eficiencia. En realidad, por encima de los países, en el sistema económico actual quienes compiten y dominan el mundo son grandes y medianos negocios industriales, comerciales y financieros, y organismos internacionales a su servicio, que triunfan no precisamente por su eficiencia y productividad, sino por su fuerza financiera y la aplicación de prácticas comerciales de todo tipo, entre ellas acaparamiento, especulación, engaños y fraudes.

En Estados Unidos, el Economic Policy Institute (EPI) ha hecho un análisis de la infundada e injusta inculpación a las escuelas y los maestros. En un artículo redactado por dos de sus investigadores, Lawrence Mishel y Richard Rothstein, publicado en la revista The American Prospect y titulado Las escuelas como chivos expiatorios, demuestra que en ese país el empleo, la escolaridad, los salarios y la productividad se relacionan de manera totalmente distinta a la que sostiene el juicio que se hace a las escuelas y los maestros. Por ejemplo, de 1990 a 2006 la productividad en Estados Unidos creció constantemente, apoyada por la misma fuerza de trabajo que en 1990 había sido señalada como culpable de la pérdida de competitividad frente a las empresas europeas y asiáticas, y culpable también de los bajos salarios. Demuestra, asimismo, con abundantes cifras, que ese notable aumento en la productividad no se vio reflejado en los salarios, los cuales se estancaron, e incluso descendieron, a partir de 2001.

También es falsa, por su generalización, la afirmación de que la productividad de las actividades económicas dependa de la calificación de la mano de obra. En Estados Unidos el incremento en la productividad no fue precedido por algún programa notable de formación de mano de obra. Asimismo, resulta falso afirmar que hay una deficiente preparación de la mano de obra para enfrentar los retos de los avances tecnológicos, pues las empresas estadunidenses han movido muchas de sus plantas a regiones y países que sin duda tienen una mano de obra menos calificada. Ponen como ejemplo a la industria automotriz que ha trasladado sus plantas a México. Podríamos añadir otros ejemplos, como el de la industria electrónica y muchas maquiladoras, tanto estadunidenses como de otros países.

Igual que en México, en Estado Unidos los últimos años se ha acentuado la concentración de los ingresos y la riqueza. En ese país, en 1980 el uno por ciento de la población con más altos ingresos recibía 8 por ciento del ingreso total, hoy recibe 20 por ciento. Ni en Estados Unidos ni en México hace falta, como dicen algunos, hacer primero el pastel para después repartirlo, ni es cierto que el deterioro de los ingresos de los trabajadores obedezca a la inadecuación de sus competencias para el trabajo, pues el desempleo alcanza con particular agudeza a los sectores calificados.

El diagnóstico que en Estados Unidos y en México culpa de tantos males a las escuelas y los maestros es totalmente falso y busca, como señalan los investigadores del EPI, desviar la atención que debería prestarse a las políticas fallidas en cuanto a la honestidad de nuestros mercados de capital, el rendimiento de cuentas de nuestras corporaciones, nuestras políticas fiscales y la administración monetaria, nuestras inversiones nacionales en investigación, desarrollo e infraestructura, y el juego limpio en el sistema comercial. También los mexicanos de México Primero ahuyentan estos cuestionamientos al sistema socioeconómico y político que los enriquece de manera obscena, y nos apuran a aceptar que sólo la educación de calidad cambia a México.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Los chicos ruidosos no leen

Los chicos ruidosos no leen

Miércoles 22 de diciembre de 2010

Por Mauricio Merino

Sabemos que la educación no solamente se imparte en las aulas, ni se refiere exclusivamente a los niños, sino que es un proceso de adaptación social e intercambio que dura toda la vida. Es un lugar común decir que nunca terminamos de formarnos del todo o que todos los días se aprende algo nuevo. Pero no siempre nos hacemos cargo del contenido de ese aprendizaje continuo, ni de los medios que empleamos para adquirirlo, pues la palabra educación está tan cargada de buenos propósitos que se nos olvida que también es posible aprender cosas horribles.

Confinada a las aulas y entregada a los maestros profesionales, la educación suele confundirse así con el tiempo que las personas pasan en las escuelas, mientras que todos los demás instrumentos a través de los cuales se transmiten y aprenden valores, identidades, habilidades, datos y métodos, pasan inadvertidos o no se conciben como parte de este proceso. Como si éste no sucediera sino a través de pizarrones y libros de texto. Pero lo cierto es que nos educamos —o nos maleducamos— de forma más o menos constante y por todos los medios que empleamos para relacionarnos con los demás: desde la voz de nuestros vecinos hasta los softwares más sofisticados del mundo.

De aquí la alarma que enciende la Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales fechada en agosto del 2010, que realizó Conaculta. Según esos datos, resulta que los mexicanos desdeñamos la lectura de libros (esa práctica que se cree solitaria porque se hace en silencio e individualmente, cuando en realidad es el acceso directo al mundo completo) y preferimos los medios audiovisuales que dan la impresión de conectarnos de inmediato con mucha gente (cuando se trata, más bien, del medio que reclama más pasividad entre todos). Una forma de enajenación instantánea: prender la televisión y perderse por un largo rato, cosa más fácil que la concentración y la razón que nos exigen los libros. Ruidosa pero evasiva, la gran mayoría consume sin más la educación que le brinda la tele. Y así nos vamos volviendo.

Dice la encuesta que 27 de cada 100 mexicanos leyó un libro en el último año, pero sólo cuatro leyeron cinco libros o más, mientras que 68 no leyeron ninguno. Y como podría esperarse de ese dato definitivo, la gran mayoría no convive con libros en casa: 24 no tiene ninguno a la vista, mientras que 54 tiene apenas entre uno y 20 volúmenes —que probablemente incluyen los escolares. Las bibliotecas caseras con más de 150 ejemplares son un lujo que posee solamente el 2% de la población total del país.

En cambio, 97 de cada 100 tiene una televisión en su casa, y cerca del 90% le dedica a ese aparato por lo menos una hora diaria. Como dije antes, sólo 4% de la gente lee cinco libros o más cada año, pero 40% le dedica más de dos horas a ver tele todos los días. La mayor parte dice que lo hace para ver noticieros y telenovelas: esos dos medios perfectos para trasmitir datos, construir opiniones, producir valores y definir la verdadera educación pública de los mexicanos. De ese universo casi total, un humilde 2% declara —quizás con un cierto rubor— que le gusta ver programas culturales de televisión.

Nada compite con esas cifras abrumadoras. Ni siquiera el internet alcanza (todavía) para amenazar la hegemonía de la televisión. Véase si no: 32% utiliza internet para enlazarse con los demás, por lo menos durante media hora al día. Pero solamente el 8% del total lo hace para buscar información, y tres tercios de éstos (poco más de 5% del total) lo hace en busca de libros o literatura de cualquier índole. Todos los demás usan el internet para chatear, participar en redes sociales o para ver videos y escuchar música. Y los periódicos están aún más distantes: 10 de cada 100 los leen diario, pero 38 no los leen nunca.

Estos datos no alcanzan para ensayar una antropología social de los mexicanos. Pero sí nos dicen que cada vez nos parecemos más a nosotros mismos: una sociedad ruidosa que no lee; que buscando escapar de la soledad, la pobreza y el miedo, se encierra a ver la televisión, y que se educa a sí misma mirándose todo el día en el espejo. Y como los números mandan en la creación de los contenidos, de sobra está pedir que se mejore la calidad de los programas o que las empresas hagan conciencia de su papel axial en la educación colectiva. Si de veras somos lo mismo que vemos, que nadie se engañe: primero muertos que apagados.

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sábado, 4 de diciembre de 2010

PAN, diez años en Los Pinos

EDUARDO GONZÁLEZ VELÁZQUEZ

PAN, diez años en Los Pinos

El 3 de julio del año 2000, un día después de las elecciones federales en las que el Partido Acción Nacional, de la mano de Vicente Fox y Los Amigos de Fox, derrotaron al Partido Revolucionario Institucional, la cabeza del periódico La Jornada decía “Adiós al PRI”; el semanarioProceso preguntaba “¿Y ahora qué?”. La sentencia jornalera sonaba a deseo; la pregunta de Proceso daba cuenta de la incertidumbre política que se vendría. Diez años después de la llegada del PAN a Los Pinos, el PRI parece estar de regreso, o tal vez nunca se fue; y la incertidumbre política que se presagiaba abonó la zozobra ciudadana en la que transcurrió la primer década del siglo XXI.

1.- Sigo pensando que el PAN resultó ser mejor partido político en la oposición que en el gobierno. Desde su fundación en 1939 el blanquiazul se había mantenido muy cercano a sus principios ideológicos, sus prácticas políticas y sus discursos caminaban de la mano. Sin embargo, una vez instalados en el gobierno federal, el poder presidencial nubló sus ideales, y su actuar político y de gobierno se divorció de su doctrina.

2.- Una de las banderas que históricamente enarbolaron los panistas fue la democracia. Pues bien, una vez durmiendo en Los Pinos, ni Vicente Fox ni Felipe Calderón han abonado, ya no digamos para la consolidación democrática, ni siquiera para lograr una mediana transición democrática. Al contrario, desde el poder se impulsó a mediados del sexenio pasado el desafuero del entonces jefe del Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, para evitar que el tabasqueño participara en las elecciones presidenciales de 2006. El golpeteo a la democracia no paró ahí, hace cuatro años se consumó el fraude electoral que permitió encaramar en la silla presidencial a Felipe Calderón.

3.- Uno de los aspectos que por lo menos se deseaba, sin conceder que fuera a suceder, era que Acción Nacional rompiera con las prácticas del sistema político mexicano instaladas y perpetuadas por el Revolucionario Institucional. Para sorpresa de algunos, los panistas supieron cómo adaptarse al sistema político mexicano priísta, de esa forma mantuvieron intactos los ejes autoritarios que durante siete décadas le permitieron al PRI usufructuar el poder presidencial. Desde luego, tanto Vicente Fox como Felipe Calderón y todo el andamiaje político que los rodea fueron fortaleciendo las prácticas autoritarias y presidenciales de nuestro “viejo” sistema político. Resultó mejor adaptarse a lo que ya existía que democratizar las viejas estructuras e impulsar una verdadera reforma del Estado.

4.- El corporativismo como uno de los pilares del sistema político mexicano únicamente se pintó de azul, y su engranaje se mantuvo intacto para ser utilizado a conveniencia como mecanismo de premios y castigos hacia las organizaciones obreras, campesinas y patronales en función de los resultados electorales obtenidos por Acción Nacional.

5.- A pesar de que durante décadas una de las grandes banderas panistas fue la lucha contra la corrupción, una vez instalados en el poder, los blanquiazules aprendieron rápidamente a ponerla en marcha. No son pocos los ejemplos en los que han dado muestras de su rapacidad y del uso patrimonialista de los recursos. Desde las tristemente célebres toallas de miles de pesos para “la pareja presidencial”; hasta el millonario presupuesto destinado a los festejos del Bicentenario asignado a discreción a los círculos cercanos del calderonismo; sin olvidar el uso de las llamadas “cajas chicas” del presidente y las partidas presupuestales que el jefe de Los Pinos maneja a discreción. La corrupción gubernamental en estos últimos diez años no solamente no ha disminuido, sino que en varios escenarios se ha incrementado notablemente.

6.- La presión gubernamental hacia algunos medios de comunicación que resultan “incómodos” a Los Pinos ha sido evidente en estos dos sexenios. Casos como los del semanario Proceso, o el del periodista José Gutiérrez Vivó y su noticiero radiofónico Monitor, son sólo dos joyas de la corona. Sin olvidar desde luego los 65 periodistas asesinados en la última década a consecuencia de su trabajo; lo que convierte a México en el país más peligroso del mundo para ejercer esta profesión.

7.- Desde el primero de diciembre del año 2000 que Vicente Fox tomó posesión de la presidencia comenzaron las prácticas que vulneran el carácter laico del Estado mexicano. La paradoja se consuma al asistir al embate contra el Estado laico que lleva a cabo el Estado mexicano encabezado por los panistas. La presencia de la Iglesia católica en esferas que constitucionalmente no le corresponden resulta cada vez más amplia. El conservadurismo yunquista-panista lleva diez años apuntalando un Estado confesional que limita los derechos ciudadanos en aspectos como el aborto, los matrimonios entre personas del mismo sexo y la adopción de menores por esos mismos matrimonios.

8.- Una de las grandes decepciones de las presidencias panistas ha sido el extravío de la política exterior del país. Como en pocos momentos históricos de la república, hoy en día la política exterior mexicana se dicta desde el Departamento de Estado norteamericano. El “comes y te vas” de Vicente Fox a Fidel Castro fue sólo el inicio de una carretada de desencuentros con diversos gobiernos latinoamericanos, y de un sistemático alejamiento de las políticas puestas en marcha en América Latina por diversos gobiernos nacionalistas del subcontinente en busca de levantar un frente común ante la histórica presencia estadunidense en la región.

9.- Llegamos a estos diez años panistas envueltos en la mayor violencia social registrada desde la Revolución Mexicana. Desde que Felipe Calderón usurpó la presidencia buscó la legitimización de su “gobierno” mediante la “lucha contra el narcotráfico”. El resultado, a cuatro años de iniciada la guerra de Felipe Calderón, son calles inundadas por 30 mil muertos y un incremento en el consumo de drogas por parte de la juventud mexicana; varias ciudades muestran niveles preocupantes de migración por el temor de sus ciudadanos de quedarse en ellas; algunos presidentes municipales de la frontera viven en Estados Unidos; al menos quince munícipes han sido asesinados; las garantías individuales son sistemáticamente vulneradas; y tenemos un aparato policiaco, judicial y militar infiltrado por los cárteles de la droga.

10.- A diez años de la aventura del PAN en Los Pinos crece el cúmulo de deudas y expectativas no cubiertas. El enorme capital político con el que arribó Vicente Fox al poder en el año 2000 fue dilapidado rápidamente por él mismo y su sucesor. Hoy en día el extravío de la clase política mexicana encuentra su origen, entre otros aspectos, en estos diez años de zozobra e improvisación política que debilitan a la república justo en el año del Bicentenario.

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